El moderno concepto de parques... de 1930.
En enero de 1930, el entonces encargado de Parques y Jardines de la Capital, Arq. Psj. N. Ramírez de Arellano, publicó en la revista Obras Públicas, un texto que tituló: El Moderno Concepto de Parques y Jardines, el cuál transcribimos íntegramente, no solo como dato histórico o rememorativo, sino por su vigencia, a ver que les parece.
El Moderno Concepto de Parques y Jardines.
Propiamente hablando, son jardines aquellos terrenos donde se cultivan plantas deleitosas por sus flores, matices o fragancia y que se adornan con árboles, fuentes, estatuas, etc.; pero en tratándose de jardinería pública, debemos entendercomo tales, además de los jardines, los terrenos dedicados al juego de los niños, los campos deportivos, y las calles plantadas con árboles, tengan o no superficies sembradas con pastos, ya que todos estos últimos espacios, por la utilidad e influencia que ejercen en la vida de la comunidad, pueden agruparse con aquellos para el objeto de análisis.
Los jardines pueden clasificarse en parques y en jardines propiamente dichos, siendo los primeros aquellos que tienen gran extensión y están provistos de árboles que constituyen macizos o bosques, con claros cubiertos de césped; y jardines, los que tienen superficie menor, sin que verdaderamente exista una cifra que diga que pasando de tantas hectáreas, ni que por debajo de ese número se denominen jardines. Este concepto, como otros tantos, es relativo y en cierto modo algo arbitrario.
El parque es el sitio donde esencialmente el pueblo asiste para descanso y recreo, en medio de escenas campestres, y su fin principal consiste en proporcionar un lugar donde el espíritu y el cuerpo sean reconfortaos por medio del panorama rural. Además, el parque proporciona aire fresco, sol y oportunidad para ejercicios y descansos; pero, sobre esto y más importante que todo esto, está el descanso que proporciona a la mente debido a la influencia que ejerce la contemplación del escenario de la naturaleza.
Las calzadas y avenidas de los jardines no son sitios únicamente destinados a pasar; su objeto fundamental es presentar y conducir a las vistas o escenas del jardín o parque, y por lo tanto, el valor de un jardín en la ciudad es mayor o menor según ha sido dotado de más hermosos conjuntos naturales y de perspectivas más bellas.
La formación y el cultivo de los jardines contribuyen tanto a la higiene y al agrado de la vida, que están por esto íntimamente unidos al progreso de las sociedades humanas. La afición a ellos ha sido innata en la humanidad, y mueve el sentimiento de admiración a lo bello, a que se deleite la vista con los hermosos dones de la naturaleza que rodean a las casa y adornan a las poblaciones con las galas que ésta prodiga.
En el comienzo de este arte, los jardines se reducían a exornar los templos y los palacios. Hoy día, los paseos y parques públicos forman parte de toda la población algo importante. El amor al campo, a la naturaleza, al árbol y a la flor, inspira las costumbres y se traduce en una necesidad cada vez más sentida de jardines, de todos los órdenes y clases.
La historia de los jardines está ligada a la de la civilización, y esto es tan cierto, que con las primeras tradiciones semihistóricas, hállanse mezcladas las de jardines hechos célebres por los rapsodas e historiadores que las recogieron; pero puede afirmarse que fue en Grecia donde nació el jardín público, estableciéndose primeramente junto a los templos y las academias, precursoras de las modernas universidades.
Es en la presente generación y debido al abandono de los campos por los individuos y a su agrupamiento cada vez mayor en las ciudades, cuando se ha creado el problema de etsa aglomeración o densidad humana, con graves inconvenientes bajo el punto de vista higiénico y moral. Los espacios libres en las ciudades son medidaindispensable desalud e higiene para sus habitantes.
Los jardines deben ser tratados en vista de su objeto utilitario a la comunidad, de tal manera que vengan a constituir: jardines de ornato, los colocados en torno a los monumentos y al frente de los edificios públicos; jardines de tránsito, los que se forman en plazas en que por el tráfico e importancia comercial del sector de la ciudad, sirvan para encauzar las corrientes principales de aquél, lejos de estorbarlas, estableciendo simplemente un oasis de verdura en medio de la actividad de tales sectores. En los espacios amplios, deben establecerse jardines que llenen los requisitos de proporcionar luz, sol y sombra a los niños y viejos, con sitios especiales para el juego libre de los niños y los adultos, combinándose dichos sitios con locales para audiciones, teatros al aire libre y sitios para estudio, como jardines botánicos, zoológicos, etc.
Como principal elemento de composición del jardín, debe tenerse en cuenta al árbol, que establece las vistas en el mismo y que en sí constituye un gran valor arquitectónico, disponiendo términos y perspectivas o bien, dibujando las lejanías y el terreno, tamizando y repartiendo la luz con arte y recortando el cielo.
Desde el punto de vista higiénico, los jardines contribuyen a mantener la pureza de la atmósfera y a sanear el terreno. Las plantaciones disminuyen la humedad del suelo y ciertas especies arbóreas ejercen una verdadera acción tonificante, como suceded con los eucaliptus y las coníferas.
El árbol es el ser más noble de la naturaleza, pues reúne todas las clases de belleza y produce los efectos decorativos más valiosos. Posee a la vez la uniformidad majestuosa y la variante infinita que constituyen la esencia de la belleza relativa. Las expresiones naturales de las diferentes especies son tan variadas como sus formas. La altura de ellos, las diferencias de situación del suelo, su sombra, su verdor, los colores variados de los troncos , del follaje, de las flores y de los frutos, son otros tantos recursos naturales suministrados al artista por la vegetación. Nada hay más hermoso que una ciudad semicubierta por el follaje de los árboles. Las casas son más atrayentes en medio de este verdor sombreado, que les da abrigo y frescura.
Los parques y espacios libres indispensables para la vida de una ciudad, deben ser de una proporción del 10% de superficie. Desgraciadamente, en nuestro medio hay la opinión de que los parques, jardines y paseos públicos constituyen un lujo que una buena administración municipal debe restringir por su costo, que se conceptúa elevado. Sin embargo, nadie impide que se lleven a cabo los trabajos más costosos: los destinados, por ejemplo, a proporcionar agua potable a la ciudad, sin considerar, que tanto el aire libre como el sol son, así mismo, elementos indispensables para la vida.
Los gastos que tienen por objeto mejorar las condiciones de vida del conjunto de habitantes de una ciudad, son bien pronto recuperados por el aumento de valor de los terrenos, por os impuestos que se recaudan al urbanizar secciones nuevas de la ciudad y por las ventajas que se obtienen al mejorar las condiciones de higiene y de moral de sus habitantes, lo que en suma, viene a constituir una magnífica inversión de fondos. En los trabajos públicos de ciudad, la construcción de drenajes, canales, etc., no se hace bajo punto de vista de interés financiero, sino por que lo reclaman el confort y la higiene. Las escuelas y las bibliotecas no se levantan ni son sostenidas para llevar provecho al tesoro público, sino para el progreso y la educación y el aumento de satisfacciones artísticas.
Los parques, jardines y terrenos de juegos son necesarios, por el aumento de valor que dan a los terrenos de la ciudad, que es una de sus ineludibles consecuencias, sino porque nos traen la luz, el aire y la vista de la naturaleza, reconfortando y calmando, en medio de la agitación de la vida diaria, en las grandes ciudades; así como por permitir a todos sus habitantes vivir algunas horas cada día al aire libre, cosa indispensable a medida que el campo se aleja con el ensanche de las ciudades.
El jardín y el conocimiento de las plantas, naturalmente, como medio educativo de la niñez y bajo el punto de vista de la critica de la belleza y de la utilidad de las cosas; las obras humanas y las obras de la naturaleza, constituyen uno de los elementos más importantes de la educación. Ha quedado reservado a nuestra época comprender que el jardín es un medio de enseñanza más sano, más fecundo y más poderoso que el pizarrón y los cuadernos de otros tiempos.
Recopilación por Víctor Ramírez Alvarado.