La digitalización de la arquitectura.
La arquitectura, como cualquier otra disciplina, se encuentra en constante cambio. Los acontecimientos en el mundo, las nuevas tecnologías y demás agentes sociales no le son ajenos en ningún momento y se encuentra enteramente circunscrita a ellos.
Gracias a la proliferación de la información en Internet, la misma arquitectura ha sufrido fenómenos considerables. Dentro de ese rubro, quizás el que más la atañe, es la gran exposición de información y la vasta proliferación de imágenes sin un contenido más allá de lo estrictamente visual.
Durante los últimos años se ha vuelto cada vez más frecuente el uso de las redes sociales para distribuir el trabajo creativo de los despachos de arquitectura o profesionistas independientes, el cual se constituye en mayor medida por diagramas, planos y visualizaciones de proyectos aún sin realizar. Basta con introducir la palabra ‘arquitectura’ en cualquier buscador como Google para que se despliegue un enorme repertorio de contenido visual sin trasfondo. Las imágenes que llegan a nosotros son predominantemente renders de proyectos que, en muchas ocasiones, ni siquiera se convierten en reales porque son ideas para un concurso, tesis de estudiantes, proyectos ficticios o ideas previas a un proyecto ejecutivo que distan mucho de la obra construida final. Aunque también con frecuencia encontramos fotografías de proyectos reales, éstas vienen desprovistas de justificación o su descripción es precaria.
Las revistas de arquitectura ejercen también una influencia importante dentro de este fenómeno preponderantemente visual. Durante los últimos diez años, las grandes editoriales han encontrado en la arquitectura un nicho de mercado para explotar. De igual manera hemos visto emerger varios proyectos de revistas independientes, ya sea digitales o físicas, que pretenden reclamar un lugar dentro de la extensa difusión de contenido relacionado a la arquitectura.
Tenemos muy claro que la arquitectura se compone de procesos sumamente complejos que van desde el estudio del sitio o la planeación de un partido hasta el cálculo estructural y de instalaciones. No obstante este fenómeno encubre gran parte del trabajo intelectual reduciéndolo a un rescoldo meramente visual y sugiere que la arquitectura no es más que eso: una forma supuestamente estética, idealizada e inalcanzable, plasmada en una imagen superficial de contemplación muy breve y a veces hasta fugaz.
Los procesos anteriormente mencionados preceden a una serie de efectos que se suscitan en sociedad, en este documento mencionaremos brevemente tres de ellos: la relación con los jóvenes, la percepción social de la arquitectura y el desdén al diseño.
El primero de ellos, la relación con los jóvenes, es un aspecto delicado. En general se manifiesta en la recluta a la carrera de arquitectura de estudiantes afanosos por ser un arquitecto famoso que construya proyectos extravagantes, lo cual, evidentemente, casi nunca ocurre porque muchos de esos proyectos se encuentran reservados para una élite inalcanzable para ellos. Recuerdo cuando comencé a estudiar arquitectura y que los maestros nos preguntaban cuál era la razón por la que habíamos decidido estudiar esa carrera, muchos de los compañeros respondían que querían diseñar estadios, rascacielos o museos, lo cual es una visión idealizada y que tarde o temprano termina por darles una decepción profunda de su profesión.
El segundo, la percepción social de la arquitectura, quizá sea el más peligroso de los tres porque la gente tiende a relacionar el concepto de arquitectura con la extravagancia de los proyectos a los cuales ha estado expuesta ampliamente y por lo tanto limita o anula su deseo por poder acceder a ella al considerarla un elemento lujoso, innecesario u oneroso.
El último de ellos, reside en el desdén al diseño. Es peligroso que la imaginación se estimule sólo en el ámbito estético ya que en muchas ocasiones se dejan de lado todos los demás elementos que poseen la misma importancia tales como la habitabilidad, la eficiencia, la ecología o la reacción social de una edificación. Parece que cada vez más el diseño se enfoca en el aspecto visual de un edificio sin cuestionarse muchas otras premisas, por ejemplo, si el material utilizado es la mejor opción, si el espacio es apto para ser habitado cómodamente por las personas, si el proyecto resuelve sus necesidades de manera eficiente, si es responsable con la ciudad, etcétera.
El fenómeno visual en la actualidad es algo irrenunciable, pero es posible menguar los efectos. Exhorto a tener una perspectiva más real de la arquitectura y asumir el compromiso de educar a la gente de nuestro entorno a cambiar su percepción con respecto a la misma. Resulta muy importante transmitir una cultura de sensibilización ajena de los paradigmas dañinos que tan fácilmente se han instalado. Ese cambio en la forma que la gente percibe la arquitectura sería algo que beneficiaría a todas las personas cuya profesión se relaciona con la construcción, es necesario que la sociedad deje de verla como un elemento de lujo, que sean valorados todos los procesos complejos que se deben llevar a cabo para concebir una obra por pequeña que sea y que, finalmente, se entienda como realmente es: un oficio que nace de la necesidad de crear un espacio con un propósito determinado (con las infinitas variaciones y coyunturas que eso implica).
Arq. Daniel Ochoa.