1968-2018. Cincuenta años de La Ruta de la Amistad.
A propósito de los 50 años de la celebración de los Juegos Olímpicos de México y de la Olimpiada Cultural que los acompañó, nos parece relevante hacer una recopilación y comentario acerca de los eventos culturales y el impacto urbano y de paisaje que tuvieron dichos eventos, reflejados principalmente en la llamada Ruta de la Amistad, hoy totalmente modificada, concentrando la gran mayoría de esculturas en los cruces de el Anillo periférico y el Viaducto Tlalpan e Insurgentes.
Cuando México revisó el cuestionario del Comité Olímpico Internacional a las ciudades postulantes, en relación al tema de la calidad y características del programa de bellas artes con los que se proponen acompañar los festejos deportivos, se decidió agregar un programa cultural con tantos eventos como los dedicados a las competencias atléticas, en los que pudieran participar libremente todos los países en la medida en que lo desearan. Con ello, de acuerdo al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, quien fungía como presidente del Comité Olímpico Organizador, el evento se acercaría de manera más efectiva a la “consecución de los ideales que rigen el movimiento olímpico, y que son aspiraciones de la humanidad”. El Comité Olímpico Internacional no solo aprobó unánimemente la propuesta, sino que felicitó a México por ampliar tan significativamente el programa de los juegos.
El 19 de enero de 1968, varios meses antes del inicio de las competencias atléticas, en una ceremonia en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México se dio principio al programa Cultural de los Juegos de la XIX Olimpiada, resultando ser el mas vasto de la historia, con 232 conciertos, 143 funciones de ballet, 122 espectáculos de teatro, 73 exposiciones, 185 proyecciones cinematográficas y muchos otros eventos culturales[1], entre los que destacan La publicidad al Servicio de la Paz (donde 64 empresas sustituyeron sus anuncios por grafismos alusivos a la paz y fraternidad universales), los encuentros internacionales de poetas, de jóvenes arquitectos y la Reunión Internacional de Escultores, en la cual centraremos nuestra atención.
Ésta última tuvo lugar entre el 17 de junio y el 1 de agosto, y contó con la participación de 21 escultores procedentes de 15 países, quienes ejecutaron las obras que integraron la Ruta de la Amistad, tratándose del corredor escultórico más grande del mundo con 17 kilómetros de longitud, a lo largo del entonces semi-urbanizado Anillo Periférico Sur, entre San Jerónimo y Cuemanco, en el que se instalaron 19 estaciones con una escultura monumental en cada una. En el plan conceptual original, ideado por Matías Goeritz y con el apoyo del Arq. Pedro Ramírez Vázquez, se planteaba el sembrado de ellas a cada kilómetro y medio, sobre dos paisajes distintivos[2]. El primero se trataba de un valle de roca volcánica resultado de la erupción del volcán Xitle, miles de años atrás misma que destruyó el asentamiento hoy conocido como Cuicuilco y donde se dice fue el primer asentamiento de los mexicas antes de la fundación de Tenochtitlán; y el segundo era un vasto campo aún con sembradíos, algunos aún sobre chinampas, entre lagunas remanentes del gran lago de Xochimilco.
Dicha ruta era la conexión entre la zona de Ciudad Universitaria, (donde se llevó a cabo la ceremonia de Inauguración y diversos eventos tanto en el Estadio Olímpico, como en la alberca), la Villa Olímpica y el Pista de Canotaje “Virgilio Uribe” en Cuemanco, pasando muy cerca del Estadio Azteca. Además de que fue un tramo que vio pasar también la prueba del maratón.
Las estaciones de la ruta se encontraban de la siguiente manera:
1 Glorieta de San Jerónimo. Señales. Angela Gurría. México.
2 Periférico Sur (norte –sur) y Luis Cabrera. El Ancla. Will Gutman. Suiza
3 Periférico Sur (norte –sur) y Fuentes del Pedregal. Las Tres Gracias. Miroslav Chlupac. Checoslovaquia.
4 Periférico Sur (norte –sur), Santa Teresa. Esferas. Kiyoshi Takahashi. Japón.
5 Periférico Sur (norte –sur), Boulevard de la Luz. Sol Bípedo. Pierre Székely. Francia.
6 Periférico Sur (norte –sur), Perisur. La Torre de los Vientos. Gonzalo Fonseca. Uruguay.
7 Periférico Sur (norte –sur) frente a Villa Olímpica. Hombre de Paz. Constantino Nivola. Italia.
8 Periférico e Insurgentes. Zona Arqueológica de Cuicuilco. Sin título. Jaques Moeschal. Bélgica.
9 Villa Olímpica, pista atlética. La Rueda Mágica. Todd Williams. Estados Unidos.
10 Periférico e Insurgentes (sur-norte). Reloj Solar. Grzegorz Kowalski. Polonia.
11 Periférico e Insurgentes (sur-norte). Homenaje a México. José María Subirachs. España.
12 Periférico sur (sur–norte) frente a Colegio Olinca. Janus. Clement Meadmore. Australia.
13 Periférico sur (sur–norte). Muro Articulado. Herbert Bayer. Estados Unidos.
14 Periférico y Viaducto Tlalpan. Tertulia de Gigantes. Joop Beljon. Holanda.
15 Periférico sur y Av. México Xochimilco (sur–norte). Puerta de Paz. Itzhak Danzinger. Israel.
16 Periférico sur (sur–norte) cerca de glorieta de Vaqueritos. Sin título. Olivier Seguín. Francia.
17 Periférico sur (sur–norte). Muyuguarda. Charamusca africana. Mohamed Melehi. Marruecos.
18 Pista de canotaje de Cuemanco. Sin título. Jorge Dubón. México.
19 Periférico sur (sur–norte). frente a Cuemanco. Puertas al Viento. Helen Escobedo. México.
20 Estadio Azteca. Sol Rojo. Alexander Calder. Estados Unidos.
21 Insurgentes Sur. Hombre Corriendo. Germán Cueto. México.
22 Palacio de los Deportes. Osa Mayor. Mathías Goeritz. México.
De acuerdo a Fernández Contreras, en el capítulo de Puesta en Valor de la su tesis para grado de Maestro en Historia del Arte, este proyecto debe verse no solo como un evento conmemorativo, sino como una respuesta crítica de Matías Goertiz a una “postura condenatoria que por esos años le acompañó contraria al principio racionalista del urbanismo moderno y que consideró fuertemente arraigado dentro del pensamiento de quienes, diseñando las actuales vías de comunicación, alejaban a la ciudad de la espiritualidad que en otras épocas le caracterizó con motivo de la construcción de grandes obras del pasado”[3].
Goertiz, pretendía innovar en el urbanismo moderno internacional mediante la incorporación de elementos artísticos, como la escultura monumental y promoviendo el disfrute de las emociones, (como puede también deducirse en su colaboración con Luis Barragán para las Torres de Satélite, o su Animal del Pedregal), por lo que en la realización de la ruta aplicó “sus ideas renovadoras orientadas hacia la planificación estética de las grandes vías de comunicación y buscó modificar el aspecto de la red vial de la ciudad, humanizándola mediante el arte”.
Desde luego el estilo de las esculturas seleccionadas, fue también producto de las corrientes de pensamiento tanto de Goeritz como del grupo de asesores y tomadores de decisiones, entre los que se encontraban los arquitectos Vladimir Kaspé y Pedro Ramírez Vázquez, es decir “dentro de la corriente abstracta… un arte moderno y monumental, de formas simples y sencillas, contrario a toda representación mimética de la realidad que eventualmente pudiera incorporarle al certamen ideas, símbolos o procesos de significación de índole político o social que resultasen ajenos y hasta contrarios al espíritu de paz y de concordia que el país quiso decididamente darle a su Olimpiada”. Las condicionantes que se les dieron a los artistas para el desarrollo de su obra fueron las siguientes:
1. Los proyectos debían poseer, en cuanto estilo, una naturaleza abstracta.
2. Sus anatomías debían aspirar a la sencillez formal.
3. Su escala debía ser monumental.
4. Debían utilizar el concreto como material de construcción.
5. Debían aplicar color sobre sus superficies.
6. Cada proyecto individual sería discutido y aprobado por un equipo de especialistas integrado por los propios escultures invitados.
Mientras que las variables tomadas en consideración para establecer la secuencia de las estaciones, por parte del equipo evaluador consistió en:
- La armonía dentro del conjunto.
- El contenido abstracto característico del estilo o tendencia formal de cada obra –ya fueran orgánicas o geométricas- a fin de que, con su integración en un todo, se lograra el equilibrio entre ellas cuando se les observara ordenada y secuencialmente desde la autopista.
- Las alturas de las obras, su escala y su proporción, a modo de conseguir que estuvieran repartidas y adecuadas a las condiciones de los espacios vitales de cada una.
- El color que les sería propio, buscando combinar alternadamente las policromas con las monocromas.
- La integración que debería lograrse al adaptar la forma de la escultura con su entorno.
- La nacionalidad de los escultores y sus países de procedencia así como las ideología y la raza que representaban.
- La diferente infraestructura que les habría de complementar ya fuera con la construcción de áreas de remanso o de estacionamiento que permitieran su acceso en caso de que así lo requirieran sus partidos arquitectónicos, como los proyectos de Székely y Fonseca.
- La vegetación circundante, como lo exigió la obra de Székely.
- Los anchos de los camellones, buscando adaptar las dimensiones de las esculturas a dichos espacios de manera que éstas contaran con áreas amplias y suficientes para que no solo cupieran sus distintos elementos sino que las obras quedaran armónicas con las dimensiones de esos espacios y elementos del entorno, tal como sucedió en los monumentos de Gutmann, Tkahashi, Dazinger o el conjunto de Beljon.
- Las visuales producidas desde el interior de los vehículos en su recorrido de no afectar que las vistas hacia las esculturas y la percepción del conjunto del que formaron parte se hiciera de acuerdo a como lo pensaron los artistas, como sucedió con la escultura de Escobedo que buscó que en el espectador, al circular en derredor de la obra, ésta diera la impresión de estarse moviendo, abriéndose o cerrándose. Por eso es que se propuso que se le colocara al final del recurrido, para rodearla justo en el lugar en donde el Periférico terminaba y daba la vuelta para regresar hacia la Villa Olímpica.
Ahora bien, considerando toda la planificación y argumentos que se tuvieron en su ejecución, y reconociendo la evolución y crecimiento que ha tenido la zona a lo largo de caso 50 años de vida, perecería evidente que debió existir un plan de desarrollo para esa zona que considerara tan importante elemento; sin embargo esto nunca fue así, y con el paso del tiempo, algunas de las esculturas lograron consolidarse como un elemento importante, que incluso hoy siguen siendo un hito o símbolo de determinado lugar , como el Sol Rojo de Calder en la plaza de acceso del Estadio Azteca, o Janus de Clement Meadmore, que dio identidad al Colegio Olinca, o Señales de Ángela Gurría, conocida por los vecinos como “las lunas”, que si bien hoy se encuentra reubicada, por mucho tiempo indicaba el camino de acceso a la Magdalena Contreras, pero muchas otras fueron desapareciendo entre vegetación edificios y incluso como el caso de Janus, completamente privatizadas y ocultas de la vista pública, sin que hubiera mucha resistencia por la población.
[1]Comité Organizador de los Juegos Olímpicos México 68. Memoria de los Juegos Olímpicos de México 1968. Edición Digital, octubre 2003
[2]Patronato Ruta de la Amistad. www.mexico68.org
[3]Fernández Contreras, Raymundo Ángel. (2005) La ruta de la amistad en la olimpiada cultural México´68.Tésis para obtener el grado de Maestro en Historia del Arte. Facultad de Filosofía y Letras UNAM.
Investigación y recopilación Víctor Ramírez.